Nueve muertos, arroja ya la ola de saqueos producto directo
del acuartelamiento extorsivo de las policías provinciales, que aún no esta
resuelto en su totalidad, y cuenta casos como el de Tucumán en el que parece
lejana esta posibilidad.
Nueve muertos; más de un centenar de heridos; y numerosos
comercios vaciados, con lo que ello implica en términos laborales, por obra y
gracia de la multiplicación del accionar sedicioso que a su vez encuentra vínculos
innegables con los saqueos.
Vínculos que ya tienen a varios fiscales intentando
desentramarlos, en el único aporte que parece pretender hacer el Poder Judicial
en todos sus estamentos – entiéndase: No se observa a ninguno de sus miembros
abriendo causas de oficio por la extorsión de los acuartelados-, pero que
indudablemente no resulta suficiente si se pretende comprender el porque social
de los acontecimientos.
Más allá de la punta de lanza con connivencia policial,
estas jornadas están dejando la participación de otros sectores en el
vandalismo, y están poniendo en crisis ciertos preceptos de la sociedad
liberal.
Es que la complejidad radica en ver que a la punta de lanza
se suman personas de varios sectores sociales.
Personas que son parte, aunque en muchos casos de manera
informal, del mundo del trabajo, y que han definido salir a saquear.
Es claro que no hay una sola razón a través de la cual entender
las causas, y que al margen de la época del año con su propia carga – Lo que
podemos denominar como “el diciembre argentino”-, nos encontramos con los frutos
del consumismo en sociedades con desigualdades como parte del menú.
Sí se piensa en como se ha construido el entramado social
bajo el bombardeo constante del consumismo en los últimos 30 años, y
fundamentalmente desde 1990.
Sí se piensa en como ha cobrado un valor trascendente el
poseer bienes.
Sí se piensa que es en la época de las fiestas, donde se
hacen más visibles las diferencias entre quienes pueden acceder a bienes de
consumo y quienes no.
Quizás se entienda un poco los porque del fenómeno, a los
cuales, habrá que agregar la penetración del pensamiento individualista que es
parte del quiebre cultural que nuestro país ostenta, y del cual no ha podido
escapar, aún con diez años sin neoliberalismo económico.
Ese quiebre cultural, el del “sálvese quien pueda”, también
toma parte, en este caso, desde el “tomo ventaja cuando puedo”.
Indudablemente, habrá que profundizar a fin de caracterizar con justeza
que sociedades tenemos y cuales pretendemos, pues esto, sólo es una aproximación.
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