Macrismo explícito, es la forma en la cual bien puede
definirse la brutal represión a trabajadores; pacientes; delegados gremiales; y
trabajadores de prensa, perpetrada por la nefasta Policía Metropolitana, el
viernes pasado durante horas, en el Hospital Borda.
A fin de derrumbar el taller 19, lugar que era utilizado
como parte del tratamiento de rehabilitación y socialización de los pacientes
del hospital, la intendencia pro de la
CABA definió utilizar la fuerza represiva indiscriminada para
despejar la zona en la que pretende construir de forma ilegal un centro cívico.
Y digo ilegal porque a la violación del amparo vigente que
protegía al taller 19, se suma el conocimiento sobre el contenido de la donación
hecha otrora de esos terrenos, cuya finalidad es su uso exclusivo por parte del
hospital.
A Macri y su jefe de seguridad, Guillermo Montenegro, nada de esto les
importó y decidieron avanzar con un sangriento ataque en un hospital público;
un hecho inédito por lo violento y vergonzoso que nos trae a la mente
lo peor de las políticas represivas neoliberales.
Pero indudablemente, lo ocurrido no llama la atención, pues
el macrismo pensó y orquesto esta fuerza estatal denominada Policía
Metropolitana, para poder reprimir la protesta social.
Los propios funcionarios del gobierno porteño viven pidiendo
a gritos que la Policía Federal
se encargue de la seguridad en el distrito y es lógico, porque la
metropolitana, como ellos mismos han dicho más de una vez, no esta para eso.
Y no esta para eso porque es la encargada de consumar la política
represiva, aunque el pro y todos sus encubridores mediáticos intenten ocultarlo
con eufemismos.
Así se observa en sus trágicas apariciones públicas, en todo
desalojo habido y por haber y ante toda protesta que se considere disidente de
la gestión pro.
Entonces, es coherente que su conformación haya sido con
agentes exonerados de la federal y la bonaerense, y que su primer jefe haya
sido Jorge “Fino” Palacios, ex federal imputado por complicidad en el atentado
a la AMIA y por
la causa de escuchas ilegales que llevará al propio alcalde a juicio oral.
La gestión pro de la
CABA, valoriza esa funesta concepción que reinó en el país
hasta mayo de 2003, según la cual a los reclamos sociales se les responde con
palos; gases; y balas de goma o plomo, y al mismo tiempo pone en evidencia su
vehemencia para llevar adelante políticas que lejos están de beneficiar a la
ciudad y sus habitantes.
Es a partir de esa valorización que define conformar un cuerpo que le
permita manejarse con total impunidad y que les de vía libre para su gran propósito,
la consumación de una ciudad exclusiva y expulsiva.
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