Muchas cosas, algunas a conciencia y con criterio; otras
disparatadas; y otras con la clásica mala leche de quienes aprovechan la
desgracia, se han venido diciendo en estos días tras la gravísima inundación
que sufrieron los habitantes de la
CABA – una más que empieza a transformar el suceso en algo frecuente-,
y fundamentalmente, luego del temporal que arrasó la ciudad de La Plata.
Hemos venido escuchando todas estás distintas voces, y sin
dudas cabe rescatar las palabras de los técnicos, arquitectos especialistas en
urbanismo; hidrólogos; etcétera, quienes hacen referencia, en ambos sucesos, a
falencias que exceden el fenómeno climático y culminan siendo determinantes en
el agravamiento de la situación.
Desde falencias en la falta de planificación urbana que
implican construcciones en zonas indebidas o redes pluviales que no poseen la
capacidad necesaria para drenar el agua, hasta falencias en los operativos de
prevención y contención ante situaciones de emergencia, han dejado al
descubierto la necesidad de repensar y trabajar en políticas de fondo que
permitan hacer frente a futuros fenómenos climáticos como los ocurridos.
Urge avanzar con las obras de infraestructura necesarias,
pero también urge una planificación urbana que de cuenta de las zonas
inundables, y una revisión de los protocolos de contingencia existentes para
las situaciones de catástrofe.
Todas ellas, tareas que son intrínsecamente municipales,
pero que deberán tener también participación de la Provincia de Buenos
Aires y del Estado Nacional.
Ahora bien, las urgencias han puesto de manifiesto los
problemas que aún ahora generan grietas en el operativo de contención, pero lo
que nunca debe perderse de vista, es que es mediante a la organización popular;
el Estado; y la política como herramienta transformadora, que puede avanzarse
en soluciones para todos y cada uno de los problemas.
Son estos tres, los pilares necesarios para transformar la realidad, y lo son porque no existe ningún otro actor con la capacidad y la intencionalidad para asumir las responsabilidades ante cualquier situación que afecte los intereses de los sectores populares, quienes en definitiva, son los principales damnificados en toda situación catastrófica.
Son estos tres, los pilares necesarios para transformar la realidad, y lo son porque no existe ningún otro actor con la capacidad y la intencionalidad para asumir las responsabilidades ante cualquier situación que afecte los intereses de los sectores populares, quienes en definitiva, son los principales damnificados en toda situación catastrófica.
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