Cómo ocurriera en la cámara alta, ayer en el plenario de
comisiones de la Cámara
de Diputados, la oposición, lejos de dar un debate a la altura del dolor que
implica la causa AMIA para los argentinos, decidió escenificar un clásico show
para los multimedios y su público más ranciamente cautivo.
Cuando la
Presidenta de todos los argentinos, Cristina Fernández de
Kirchner, dio intervención al Poder Legislativo, enviando el Memorándum de Entendimiento
con Irán para su debate, seguramente la sociedad hubiera esperado un debate
sincero; serio; respetuoso.
Un debate que estuviera a la altura de la trascendental
causa que representa una herida abierta por el propio atentado, y por los 9
años siguientes de impunidad garantizada por los poderes del Estado.
Lejos de ello y con bajezas que sorprenden por el contexto más
que por de quienes vienen, todos los bloques opositores definieron montar un
espectáculo vergonzoso dedicado a chicanear de la forma más vil a los
representantes del ejecutivo y los diputados del FpV.
La escena que ya habíamos debido sufrir en Senadores, se
vivió ayer en el plenario de comisiones de diputados, y sin dudas, se volverá a
vivir hoy cuando el tema se trate en el recinto.
No hubo un solo discurso opositor que planteara
cuestionamientos al texto del acuerdo firmado con Irán.
Por el contrario, todos los discursos versaron sobre las
vagas especulaciones que inventan los medios opositores, y contuvieron ofensas de
la más baja estofa.
La banalización del holocausto estuvo a la orden del día, como
también lo estuvieron las evidentes muestras de total desconocimiento sobre el
derecho penal argentino.
Resulta patético, observar como la necesidad de oponerse al
Proyecto Nacional y Popular lleva a los opositores a los lugares más rastreros.
Resulta casi inverosímil, su incapacidad para comprender que
dar un debate a la altura de las circunstancias, puede ser hasta mucho más
beneficioso desde la concepción de la política profesional a la que ellos
adscriben.
Resulta doloroso, saber que los opositores no tienen límite alguno y son
capaces de utilizar cualquier cosa – incluyendo los 85 muertos que nos dejo el
atentado en la AMIA-,
con tal de mellar este proyecto político.
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