Como en Argentina en 2011 y en Venezuela el año pasado, otro
pueblo latinoamericano, el ecuatoriano, ha refrendado ayer con su masiva participación
electoral, un proceso popular.
Rafael Correa, el conductor de la Revolución Ciudadana,
se alzó con una aplastante victoria que le permite ser reelecto, y que da cuenta
del apoyo al proyecto político que ha devuelto la dignidad a los ecuatorianos
con trabajo; salud; educación; y crecimiento económico con desarrollo local.
Ecuador ha dejado de ser un país gobernado por y para las
corporaciones de servicios y el capital financiero trasnacional, y consolida un
proceso transformador de participación popular.
Consolida un proceso que incluye y conmueve a los sectores
populares, por siglos postergados, que son hoy protagonistas de la historia.
Allí residen algunas de las claves para entender la paliza
electoral propinada ayer por Alianza País – Rafael Correa, su candidato
presidencial, obtuvo el 56,7 % de los votos, seguido por los pobrísimos desempeños
del banquero neoliberal Guillermo Lasso quien alcanzara el 23,3%, y el golpista
Lucio Gutiérrez con el 6,6%; según el conteo rápido del Consejo NacionalElectoral-, en unas elecciones generales históricas dado que son las primeras
con la nueva constitución ecuatoriana.
Los números contundentes, reflejan lo que Rafael Correa tradujo en
palabras anoche durante los festejos: “A esta revolución no la para nadie,
estamos haciendo historia, estamos construyendo la patria chica y la patria
grande”.
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