El jueves pasado conferencia de prensa mediante, el Ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, anunció el fin de la concesión de la empresa TBA perteneciente al grupo Cirigliano, en los dos ramales de FFCC en los que operaba; Mitre y Sarmiento.
Sin dudas, una medida esperada y con enorme consenso social, a la cual se llegó luego de tres meses de intervención en la concesión por parte del Estado tras la tragedia ocurrida en Once, y que abre una nueva etapa en el sistema ferroviario nacional.
De Vido también anunció que a partir de ese momento, los ramales Mitre y Sarmiento pasaban a estar bajo la administración de la Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (UGOFE), la cual está compuesta por dos operadores privados (Grupos Roggio y Romero) – El Grupo Cirigliano que antes era parte, quedó afuera-; representantes sindicales; y representantes del Estado Nacional, y ya opera las líneas Belgrano Sur; Roca; y San Martín.
Es claro que desde su creación en 2005, la UGOFE, se ha limitado a administrar el servicio cotidiano de trenes, no sin contratiempos y problemas varios.
A su vez, es claro que desde su misma creación, la unidad se planteó como un órgano de emergencia a tales fines, y por ello ilógico sería plantear la necesidad de que cumpliera otras funciones.
En consecuencia, es conveniente valorar la medida dispuesta por el Gobierno Nacional y Popular en términos de un avance en un camino dificultoso que aún debemos andar para construir un nuevo sistema ferroviario; tarea que debemos resolver desde la política necesariamente, porque es desde el único lugar a partir del cual se conciben las transformaciones estratégicas aún pendientes en nuestro país.
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