Scioli y el 2015.

Tras una semana que lo tuvo a él y a parte de su gabinete en el seno de las especulaciones, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, habló, el sábado por la mañana, sobre sus aspiraciones para 2015.

“Cuando se especula mucho sobre mi futuro político yo no voy a ser hipócrita y voy a hablar con toda sinceridad y responsabilidad. Yo tengo mis aspiraciones presidenciales de cara a 2015, pero ahora es momento de gobernar, de gestionar, y acompañar y apoyar a la Presidenta, no de confrontar”, expresó en declaraciones a radio Rivadavia, dejando en claro una intencionalidad manifiesta.

Intencionalidad que acto seguido, sujetó al futuro político de la Compañera Presidenta, Cristina Fernández, al aclarar que “si hay una reforma constitucional que habilita la reelección de Cristina, yo la voy a apoyar, la voy a acompañar, como lo he venido haciendo a lo largo de estos años, y de ninguna manera la voy a enfrentar”.

De esta manera, Scioli blanqueó lo que varios miembros de su entorno venían dando a entender siempre con el previo latiguillo “no es tiempo de hablar de candidaturas”, y a la vez, volvió a pararse al lado de la Presidenta.

Es claro, y siempre lo fue, que el gobernador de la provincia con más peso electoral del país, tiene aspiraciones políticas lógicas y totalmente racionales con un argumento inexpugnable; el de la lealtad hacía el proyecto aún con diferencias.

También es claro, que sus aspiraciones terminan donde comienza su lealtad a Cristina, pues no hay razón para pensar lo opuesto dados los antecedentes de 2003 a la fecha.

Sin embargo, el tema no puede pasar únicamente por aspiraciones personales de tal o cual referente, si uno entiende que avanzar en el desarrollo de un proyecto político colectivo, implica justamente, que muchas veces dichas aspiraciones sean dejadas de lado en pos de las necesidades del conjunto.

De la misma forma, tampoco puede omitirse que la conductora del Movimiento Nacional y Popular es la Presidenta, y como tal, cuenta con un amplio aval para dar una palabra sobre este o cualquier otro tema cuando lo considere prudente.

En consecuencia, a lo único que venimos asistiendo, es a declaraciones apresuradas sin mucho sustento y con una alta dosis de voluntarismo.