Llorando; pataleando; y diciendo cuanta mentira era posible
como preámbulo, finalmente, el intendente de la CABA, Mauricio Macri, reconoció ayer públicamente
que el subte está traspasado a la ciudad, como el mismo lo firmara en el acta
acuerdo con el Gobierno Nacional, en enero del corriente.
Y digo reconoció, no sólo porque más allá del berrinche de
nene escenificado que monto para simular una épica inexistente, en los hechos
avanza en el cumplimiento de lo que había acordado en tanto alcalde, sino también
porque en la práctica, ya venía ejerciendo la potestad de autoridad que posee
para con el manejo de los subtes en algunos temas.
Si el aumento de la tarifa de $1,10 a $2,50 había sido su primera
decisión como autoridad, las intervenciones de la subsecretaría de trabajo
porteña ante los conflictos laborales, aún cuando fueron más para la foto que
para otra cosa, y la auditoría que envío a hacer sobre los subterráneos,
fueron definiciones subsiguientes que no hacen más que evidenciar cómo en el
discurso público Macri mentía respecto de la competencia que había asumido
al firmar el acta acuerdo de traspaso.
Resulta inexplicable que el intendente y todo el pro,
dijeran durante meses que el subterráneo seguía perteneciendo a la orbita del Estado
Nacional, mientras habían contratado una empresa extranjera para realizar una
auditoría sobre su funcionamiento.
Es decir, sí no pertenecía a la orbita de la Ciudad según el discurso
pro, cual es la razón y el justificativo para que ésta interviniera en un
espacio que no le compete.
Indudablemente, como desde el inicio se dijo desde el
Gobierno Nacional y Popular, y como figura en el acta acuerdo firmada por
Macri, la intervención del Estado Porteño pone de manifiesto que el subte está
en su orbita y tiene la potestad para operarlo.
Párrafo aparte merece el contrato sin licitación de una
empresa extranjera para una auditoría que bien podía haberse realizado con
recursos del medio local, y del cual se desconoce lo que los porteños han
debido abonar por obra y gracia del macrismo.
De aquí en más, es de esperar una dura batalla en la
legislatura entorno a los fondos para el funcionamiento del servicio.
Recuérdese que el macrismo aprobó un presupuesto en el cual no se le
destina un solo peso a los subtes, y que si se toma en cuenta sus antecedentes,
es de esperar que traslade todos los costos a la tarifa negando la posibilidad
de subsidiarlos, aunque sea en parte.
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