En el día de ayer, la Compañera Presidenta,
Cristina Fernández de Kirchner, encabezó un acto en la localidad de General
Rodríguez, Provincia de Buenos Aires, donde se hizo entrega de unidades
habitacionales correspondientes al Plan Federal de Viviendas.
En ese marco, brindó un gran discurso en el cual, entre
otros, hizo referencia a la concepción que nuestro proyecto tiene sobre el
Estado.
“Defiendan al Estado porque va más allá de los partidos
políticos o de los gobiernos, tiene que
ver con la defensa de los intereses nacionales y de la soberanía popular”
señaló Cristina, y luego profundizó “esta democracia inclusiva, esta democracia
que concibe al Estado como impulsor de políticas públicas contracíclicas en un
mundo que se derrumba, debe ser cuidado por todos. El Estado no es de un
partido, no es de un gobierno, es de los 40 millones y tenemos que defenderlo
porque cada vez que el Estado se cayó, después vinieron por el pueblo. Cada vez
que convencieron a argentinos de que el Estado era un estorbo, de que el Estado
era algo inútil que impedía la libertad de mercado, primero destruyeron al
Estado y después fueron por el trabajo, la salud y la educación de ustedes. Por
eso la defensa del Estado es una defensa de los grandes intereses nacionales y
también de la soberanía nacional”.
Sí desde su propia concepción, el Estado había sido un
instrumento útil para la protección de los intereses de la clase dominante; tal
es la existencia que el liberalismo logró imponer hasta entrado el Siglo XX, la
llegada de gobiernos diferentes y disímiles entre sí, supo poner en crisis
aquellas premisas.
Desde la Revolución Rusa,
pasando por el denominado “New Deal” norteamericano y los distintos procesos
populares que fueron surgiendo en el siglo pasado - aún considerando lo antagónico
de los proyectos políticos de cada proceso-, el Estado fue adquiriendo otras características como organizador social.
Con particularidades y temporalidades propias de cada país, los
procesos populares latinoamericanos, supieron cuanto menos, construir otro rol
del Estado; con capacidad para intervenir en pos de dar respuesta a las
necesidades de los trabajadores; los pobres; y los desposeídos.
Este rol; esta forma de entender la potencialidad del Estado
como organizador, es justamente de la que hablaba Cristina ayer.
Porque no es otro que el Estado, el único con la capacidad
de regular y planificar una economía creciente con desarrollo del mercado
interno, lo cual se traduce en mayor producción y trabajo.
No es otro que el Estado, el único con la potencialidad para
frenar la concentración económica y revertir el proceso redistribuyendo de
forma más equitativa la riqueza, duplicando, como acá del 2003 a la fecha, la clase
media.
No es otro que el Estado, el único con la fortaleza para
enfrentar a los capitales transnacionales salvaguardando los intereses de
nuestro pueblo, y poniendo en práctica políticas contracíclicas - como se viene
haciendo-, para sortear de la forma menos costosa la crisis internacional más
importante de la historia.
No es otro que el Estado, el único que posee la capacidad de
llegar a los más necesitados con políticas inclusivas como la Asignación Universal
por Hijo.
Por ello la necesidad de cuidarlo, fortalecerlo y darle el
rol protagónico e indelegable que le corresponde.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario