Una fórmula repetida: Paro de transporte + piquetes, fue la
que hizo de la jornada de ayer un día en el que la actividad laboral se vio
menguada.
El reclamo por el que la Confederación Argentina de
Trabajadores del Transporte (CATT) había, hace un par de meses, anunciado el
paro, fue la suba del mínimo no imponible de Ganancias; tema abordado hace
menos tiempo y desde otra perspectiva por el Gobierno, que redujo oportunamente
los porcentajes que pagan las categorías bajas.
A pesar de ello, la medida de fuerza nunca peligró en cuanto
a un desarrollo, pues los referentes de los gremios que pretenden representar a
los trabajadores que más ganan en el país tenían decidido que el 9 de junio era
una fecha inamovible en pos de su principal objetivo: Advertir cuando no,
buscar condicionar, a quién asuma el 10 de diciembre al frente del Ejecutivo
Nacional.
Y lo denomino principal, porque la fórmula repetida ayer
también es una apuesta que se reitera: La búsqueda por golpear al Gobierno
Nacional y generar un clima social adverso en el año electoral que corre.
Resulta impensado, cabe agregar, que los garantes para
impedir que se trabaje y se genere valor económico hayan podido contemplar la
viabilidad de la jornada como medida de presión al actual Gobierno, que sobradas
muestras ha dado sobre cómo nunca se deja correr por nadie.
El de ayer, fue otro día con momentos anunciados: La
iniciativa de la CATT a la que se subieron Luis Barrionuevo; Hugo Moyano en tanto CGT opositora; y
Pablo Micheli, tuvo su conferencia de prensa conjunta en la sede de la CGT que
conduce el líder de Camioneros, en donde se definió como un éxito al paro y se ninguneó
la inestimable colaboración de la izquierda.
Esa misma que, como furgón de cola colaboracionista de todo
hecho que contribuya a derrocar al Gobierno, tuvo su momento clave con los
piquetes que sitiaron la CABA impidiendo a cualquiera que intentara movilizarse
para ir a trabajar.
Todo esto, como antesala del clásico desfile de dirigentes
sindicales y partidarios opositores, en los programas nocturnos de una televisión
privada urgida por difundir el relato de la supuesta masividad que legitimaría todo lo
acontecido; el momento culmine si se quiere.
Lo cierto es que la legitimidad de la jornada de protesta
reside exclusivamente en quienes garantizaron que no haya transporte y quienes
llevaron adelante los piquetes; ambas cosas, desencadenantes del éxito en
lograr que ayer, una enorme mayoría de los trabajadores del área metropolitana no
pudieran elegir si querían o no trabajar.
Si bien esta legitimidad escueta no afecta en lo más mínimo
la legalidad del paro, contemplada en el derecho a huelga, si evidencia que la
masividad de la medida es inexistente, pues a la enorme diferencia entre no
querer y no poder trabajar, se suma lo minúsculo en cantidad de afiliados, de
los gremios que pararon, comparado con los que no adhirieron.
Dicho esto, es importante recalcar que como en las últimas
oportunidades, el peso de la CATT – fundamentalmente ahora que la UTA se define
como netamente opositora- a la hora de llevar adelante medidas contra el
gobierno, se hace sentir en el poder de decisión respecto de cuando y como se
toman, y que ello lejos de ser casual, es una consecuencia lógica de la
influencia normal que el transporte tiene en la vida laboral de un país.
Es la CATT, la que continúa avanzando al tiempo que desplaza
al eje Barrionuevo- Moyano del centro de la escena en la discusión política
sindical opositora, y en ello, se aprecia una inteligente jugada del Camionero,
que viene logrando acuerdos tácticos con los otros referentes sindicales de las
distintas ramas del Transporte.
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