Con el cierre de listas consumado y todas las incógnitas
develadas, el país ingresa en la etapa de profundización de la campaña de cara
a las elecciones generales de octubre que tendrán su primer test en las PASO
del 9 de agosto, todo ello, mientras se siguen sucediendo comicios provinciales
– a propósito de ello, el socialismo retiene Santa Fe al parecer, lo que
significa un durísimo traspié para Mauricio Macri en su intento por salir de
porteñopolis-.
Desde luego, se espera una campaña alejada de las supuestas
mesuras que tantas veces se han elogiado de los dos candidatos con chances de
llegar al Ejecutivo Nacional – chances que hoy aparecen como un decir nada más,
cuando se observa como se viene configurando el escenario con una fórmula única
del Frente para la Victoria (Scioli- Zannini) versus un macrismo que a diario parece
demostrar sus ganas de perder y ser el primer opositor-, en donde los
multimedios opositores intentarán instalar todo tipo de operaciones que oculten
el debate sobre los dos modelos de país.
Es sin dudas una apuesta importante para el oficialismo, el
poder instalar ese debate aun cuando no es el único factor a considerar; pues
la economía en cuanto a trabajo; consumo; y producción, jugara su papel no
menor, como también lo harán los balances que la sociedad haga de 12 años de
kirchnerismo.
A la par de todo ello, la campaña electoral, necesariamente tendrá el
espacio para un reconocimiento de los proyectos en disputa y de los candidatos,
fundamentalmente, y es allí donde el Frente para la Victoria no puede
permitirse un descanso y deberá utilizar toda su potencialidad a nivel nacional
para instalar una plena identificación entre Daniel Scioli y la Presidenta,
Cristina Fernández, en tanto gran electora vigente.
Claro está que cuando hablo de toda su potencialidad, necesariamente
refiero a la urgencia por ser plenamente conscientes que habrá que poner todo,
y que aún no se ha ganado nada.
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