Tras el fallo de la
CSJN que define como constitucional la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual y a su vez, explicita que los plazos para presentar
proyectos de adecuación por parte de los multimedios que exceden los límites
que fija la norma están vencidos, ha sobrevenido una catarata de llantos
opositores.
Desde los periodistas “independientes” voceros del Grupo
Clarín hasta los denominados referentes de la oposición, fieles a su servilismo
histórico respecto del multimedios, han salido ha intentar instalar mentiras
variadas que pretenden deformar lo que representa para el país la trascendental
definición de la Corte.
Porque al declarar la constitucionalidad de la norma, el
máximo tribunal del Poder Judicial, ha dejado sentado el carácter transitivo y
no patrimonial en lo que a las licencias para señales respecta, y también, ha
respaldado el espíritu de la ley en tanto plataforma para una regulación
centrada en la desconcentración y la circulación de la palabra.
La Ley SCA es
eso, una plataforma desde donde partir a un sistema de medios desmonopolizado,
sin un actor que sea capas de llevarse puesto al resto, en el cual se contemplen
todas las formas de constitución de medios audiovisuales, y se democratice el
acceso a la información y el acceso de todos los sectores a la capacidad para
comunicar.
La ley es un punto de partida y debe entenderse como tal al
momento de considerar que su aplicación no tendrá resultados inmediatos, y que
la transformación del mapa de medios audiovisuales en el país necesita del Estado
y de la participación de la sociedad.
La Autoridad Federal
de Servicios de Comunicación Audiovisual viene trabajando en este sentido, pero
es indispensable la participación, que desde el mismo momento de la
conformación del AFSCA están teniendo distintos sectores, entre los cuales se
destaca el cooperativo cuyas voces fueron negadas y silenciadas durante años.
Por todo esto, es que la plena vigencia de la
Ley SCA es un triunfo que excede
ampliamente a este Gobierno – el que tuvo la valentía y la decisión de
impulsarla- y pertenece a toda la sociedad que a partir de ahora, iniciara una
nueva etapa, profundamente democrática, en materia de comunicación audiovisual.
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