En estos momentos, está iniciando el debate en la cámara alta del Congreso Nacional sobre la expropiación y nacionalización de YPF; debate que se descuenta concluirá con una enorme mayoría de senadores votando a favor del proyecto que enviara el Poder Ejecutivo la semana pasada.
Siguiendo el tramite parlamentario, tras la media sanción vendrá el plenario de comisiones de la cámara baja la semana que viene, y seguramente, el tratamiento en el recinto con aprobación, la segunda semana de mayo.
Transcurriremos semanas históricas, que desembocarán en la cristalización de la recuperación de la empresa más importante del país en todo sentido, para usufructo y beneficio del Pueblo argentino.
Quedarán atrás los patéticos berrinches del reino español y algún que otro trasnochado, en pos de defender una multinacional, y nos meteremos de lleno en un debate central como lo es la necesidad de pensar YPF en cuanto a sus objetivos y su relevancia para el desarrollo nacional.
Justamente esto último, es lo que hace de nuestra petrolera la empresa más importante del país.
YPF obtiene ganancias aún subproduciendo, como hemos sido testigos durante estos años en los que Repsol la vaciaba, por lo que los aumentos en su productividad que ya imperan mejoraran su performance notablemente.
A ello, debemos sumar que la nacionalización se enmarca en la necesidad por invertir en exploraciones que permitan aumentar las reservas de crudo y gas en el país; necesidad entendida y atendida como estratégica ahora.
Entonces, la relevancia de la empresa, radica en su capacidad productiva respecto de un recurso estratégico irremplazable en el desarrollo nacional y en su futura capacidad devenida de la exploración.
Considerando ambos factores, y tomando en cuenta que la legitimidad de la recuperación de YPF reside, entre otros, en el derecho soberano de usufructuar nuestros recursos naturales en beneficio propio en tanto Estado, el debate a profundizar pasa por pensar el sentido de esta recuperación y los cambios prácticos para beneficiar el desarrollo y el crecimiento con inclusión, y la generación de una entrada de divisas propias y más voluminosas al país en un segundo plano.
Es claro, que YPF debe ser un pilar macroeconómico no sólo como garante energético, sino también como fijador de precios en el mercado interno de combustibles, y en consecuencia, deberá evaluarse su situación en materia de exportación, siempre, privilegiando las necesidades internas.
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