Se efectuó la primera vuelta de la elección presidencial en Francia ayer, y como anticipaban las encuestas, el candidato por el Partido Socialista, François Hollande, obtuvo un ajustado triunfo sobre el derechista, Nicolas Sarkozy – 28,63% a 27,18%-.
De esta forma, ambos serán quienes disputen el ballotage el 06 de mayo en un escenario completamente abierto dados los endebles números que lograron, y la altísima asistencia –alrededor del 80%- a los comicios.
En este contexto, cabe destacar que serán claves los apoyos que se obtengan de las fuerzas que han quedado en el camino, y aquí es donde empieza a jugar un papel relevante el cómodo tercer puesto obtenido por el fascista Frente Nacional, que continúa ganando terreno político con el paso de los años.
Encabezado por Marine Le Pen, la hija y sucesora del nefasto Jean-Marie Le Pen, el espacio ultraconservador hizo una preocupante elección logrando un 17,9% y quedando a menos de 10 puntos porcentuales de Sarko.
La palabra de Le Pen, podría ser determinante para inclinar la balanza a favor del actual presidente, sin embargo, las encuestas previas a la jornada de ayer marcaban que más de la mitad de sus votantes se abstendrían de participar en una segunda vuelta que no la tuviera como protagonista.
Por otra parte, si bien el candidato del Partido de Izquierda Jean-Luc Mélénchon, cuarto con un 11,11%, pidió a sus votantes que apoyen a Hollande en el ballotage, ni su apoyo ni el de todo el espectro izquierdista son suficientes – tan sólo lograrían el 43% de los votos-.
El candidato opositor, necesitará buscar los votos del centroderechista liberal François Bayrou para poder disputar el 06 de mayo, y ello no suena nada descabellado según encuestas previas al inicio del proceso electoral, que destacaban que el 40% de los electores del Movimiento Democrático apoyaría al socialista en el ballotage, y sólo el 25% votaría por el oficialismo.
Inicia una nueva campaña que durará dos semanas y a priori, aunque los sondeos del escenario de segunda vuelta daban a Hollande como vencedor, las fichas aún no se acomodan en el tablero político y el final está abierto.
De cualquier forma, este proceso electoral ha venido a confirmar un avance de la expresión más funesta de Francia, y ese saldo negativo es irremontable.
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