miércoles, 9 de noviembre de 2011

Sin cambios en la Iglesia.

Concluida la rosca eclesiástica, el reducido grupo 84 obispos de todo el país votaron las nuevas autoridades de la Conferencia Episcopal Argentina, entre ellas al sucesor de Jorge Bergoglio.
La elección se llevó a cabo con los métodos arcaicos habituales que excluyen al resto de los sacerdotes y a todas las monjas – recuérdese el papel humillante que le otorga el Clero a la mujer desde hace siglos-, y como era de esperar, no hubo cambios y el sector político conservador conducido por el jefe saliente, logró imponer su gente en los puestos clave.
Así, el Arzobispo de Santa Fe José María Arancedo, activo militante homofóbico – recuérdese su furiosa militancia contra el matrimonio igualitario- y defensor del abusador Edgardo Storni, fue designado presidente de la Conferencia Episcopal.
Arancedo será secundado por el obispo de Neuquén Virgilio Bressanelli en la vicepresidencia primera, el arzobispo Mario Cargnello en la segunda, y monseñor Enrique Eguía Seguía quien fue reelecto como secretario general.
Desde luego, aunque Bergoglio no vaya a tener cargo formal alguno, los mismos nombres que conforman la nueva mesa chica son muestra clara de la influencia que continuará teniendo en la toma de decisiones.
En fin, como suele pasar en la jerarquía eclesiástica, ningún cambio se espera y ningún cambio ocurre.



Compañero Ikal Samoa

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