Día histórico.

Ayer fue un día para la historia, pues tras 53 años, Estados Unidos y Cuba han iniciado un proceso de normalización en sus relaciones bilaterales.

Así lo anunciaron públicamente en sus respectivos países y en simultaneo, los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, quienes en sus alocuciones destacaron la mediación del Papa Francisco en la llegada a un principio de entendimiento que ya ha tenido un intercambio de prisioneros.

Si bien esto no implica, al momento, el levantamiento del embargo comercial con el que Estados Unidos viene castigando al pueblo cubano – medida que dependería de una eventual ley votada por el Congreso de ese país-, sí se traduce en una serie de acuerdos de cooperación bilateral en el plano industrial; tecnológico; y comercial, y en el cese de algunas medidas prohibitivas para los ciudadanos del país del norte – Se amplía la posibilidad del envío de remesas y se habilita la compra de productos del país caribeño por un monto de hasta u$s 500 entre otras-, además del restablecimiento de las representaciones diplomáticos estables.

En su discurso, Barack Obama reconoció: “Estos 50 años demostraron que el aislamiento no funcionó”; algo que representa, tanto una derrota histórica de la visión imperial, como una victoria al menos parcial, del complejo agro industrial estadounidense; principal lobista interno para el fin del bloqueo.

Seguramente es allí, como en el restante lobby empresarial que pretende poder acceder a invertir en Cuba, en donde encontramos una de las principales causas de esta decisión política que también esgrime razones geopolíticas, considerando los acercamientos notables que vienen teniendo los países de América Latina, fundamentalmente los de la UNASUR, a China y Rusia.

Con el tiempo se podrá observar con claridad, cuan histórico fue el día de ayer y como impacto en la siempre vigente interna  estadounidense entorno a la política que debe seguirse respecto de la isla.

Por el lado de Cuba, sin dudas, el paso dado ayer representa un avance por donde se lo mire.

Los acuerdos logrados tienen una potencialidad enorme para un país que necesita acceder a una renovación total en materia tecnológica así como a insumos básicos de todo tipo, y este nuevo horizonte, se plantea con la misma bandera histórica de la dignidad en alto.