10 de abril, es la fecha elegida por los sindicalistas
opositores para realizar un paro que contará, al menos eso dicen, con la
participación de dos gremios con potencialidad para frenar la actividad
laboral.
Es que, el combo cegetista de Moyano- Barrionuevo, y la CTA
blue de De Gennaro y su lugarteniente Micheli, es sabido, no tienen el poder de
movilización ni el apoyo de los trabajadores para parar el país.
Como muestra, sólo basta recordar sus últimas aventuras fallidas
y un paro en el que debieron cortar todos los accesos a la CABA para atenuar el
nivel de actividad.
Esta vez, dicen contar con el beneplácito de la UTA, que
pararía todos los colectivos urbanos, y con La Fraternidad, el gremio de
maquinistas opositor al gobierno a partir de la nueva política que esta
recuperando los trenes y terminando con sus kioscos.
Queda un largo trecho hasta ese día, pero lo cierto es que
en un año con las paritarias iniciando, como ocurriera durante los últimos 10
años por definición política del kirchnerismo, y sin situaciones graves como
ser la perdida de fuentes de trabajo, la única explicación que se puede
encontrar al anunciado paro es la de una necesidad por generar un clima de
conflictividad social a fin de voltear al Gobierno Nacional.
Aún con todos los problemas de la economía doméstica, este
gobierno siempre ha apostado por salidas hacia delante, ampliando derechos y
defendiendo el salario y el trabajo de los argentinos.
Y este año, devaluación en enero mediante, no viene siendo
la excepción, pues las paritarias se están desarrollando libremente, con la
normalidad que tienen gracias, pura y exclusivamente, a este gobierno.
No se advierten razones lógicas que justifiquen una medida
de fuerza de esta magnitud, y no se advierten, porque la motivación es
desestabilizar a un gobierno que es el que más hecho por los trabajadores en
los últimos 50 años.
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