Mucho se ha venido hablando, en las últimas horas, sobre las
modificaciones a la política de subsidios al consumo energético que anunciara
ayer, el Ministro de Economía, Axel Kicillof.
En más de un caso, con la férrea intención de oscurecer más
que aclarar, y obviamente, con el objetivo puesto en generar un consenso social
opuesto, a partir de un discurso con la palabra ajuste como vedette.
Lo cierto, es que lejos de un ajuste, los cambios en la
política de subsidios son una medida redistributiva que afectan, únicamente a
sectores de la sociedad que pueden pagar la totalidad de los costos por el uso
que hacen del gas y el agua – uso desmedido sin dudas-, y lo son, porque los
fondos que el Estado invertía hasta ahora en esos sectores, serán utilizados en
políticas para los sectores más vulnerables de la sociedad.
En números, y repasando lo que ayer explicó Kicillof, la
quita del beneficio se aplicara – exceptuando a beneficiarios del sistema de seguridad
social e industrias- a todos quienes no ahorren un 20% en su consumo a partir
del 01 de abril, diferenciando una quita parcial del 50% a quienes ahorren
entre un 5% y un 20% y una quita total a los restantes.
El objetivo, en este sentido, es doble, por el
redireccionamiento de fondos para los programas sociales, pero también por la
apuesta a una concientización en cuanto a la necesidad de un uso racional de la
energía.
Porque como bien expresara la Presidenta, Cristina Fernández,
ayer, al Estado le cuesta inmensamente más el uso irracional, que los costos de
subsidiar el consumo de un sector compuesto por las clases media y alta de la
Capital Federal y parte del Gran Buenos Aires.
Es indudable que una medida redistributiva, nada tiene que
ver con los ajustes neoliberales en los cuales se pregonaba el achicamiento del
Estado y la desprotección, fundamentalmente de los sectores más vulnerables de
la sociedad.
De igual forma, es indudable, por el poder adquisitivo de
las personas que no percibirán mas los subsidios y los valores de las facturas actuales
quitando estos últimos, que no afecta en nada sus economías, sean domésticas o
comerciales.
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