Agitadas, desde el punto de vista de la comunicación, vienen
siendo las últimas semanas de campaña previas a las PASO nacionales.
Agitadas porque al ya conocido cambio de discurso del
abanderado de la derecha, Mauricio Macri, quién hasta hace menos de dos semanas
decía, de palabra y en los hechos cuando sus legisladores pro tuvieron que
expresarse en el Congreso, que iba a imponer un cambio en la concepción del
Estado de ganar las elecciones – volver a privatizar Aerolíneas; YPF; y el
sistema previsional son ejemplo de ello-, se ha sumado el del segundo candidato
de la derecha, Sergio Massa, quién ha abandonado el slogan de "la ancha avenida
del medio" para caer en el discurso rancio del honestismo; ese que siempre pretende instalar
que la política es basura y corrupción en todo tiempo y lugar, y más si al
debate se suman jóvenes organizados.
En efecto, Massa viene dejando de lado la frase vacía de “mantener
lo bueno y modificar lo malo”, para refugiarse en criticas efectistas que
buscan alto impacto publicitario pero que lejos están de los profundos debates:
El retorno del cuestionamiento al sueldo para las personas que trabajan
privadas de su libertad es el ejemplo más claro que a su vez, esconde esa idea
inhumana según la cual un preso debe asemejarse a un esclavo.
A ello, debe sumarse ya decididamente, el discurso homogéneo y monocorde del coro de los
grandes empresarios del país – esos que siempre vivieron del Estado y que en
los últimos 12 años han tenido sus para nada despreciables ganancias; algo
necesariamente a modificar en pos de continuar avanzando en una redistribución
más igualitaria del ingreso-, quienes continúan publicitando la urgencia por
una mega devaluación – atraso cambiario es el eufemismo que utilizan cual hit
de radio- y un ajuste – equilibrio en las cuentas fiscales, es como lo vienen
denominando para que no traiga el recuerdo del último gobierno radical; el
helicóptero y los casi 40 muertos que nos dejaron el 19 y 20 de diciembre de
2001-.
En este marco, el Frente para la Victoria continúa
intentando dar un debate de modelos que logre saltar el cerco honestista y
permita que se exponga con claridad cuál es el proyecto de país que pretenden
estos candidatos del Poder Económico, y cuáles son las diferencias irreconciliables
respecto de este proceso político en que se han recuperado las banderas de la
Soberanía Política; la Independencia Económica; y la Justicia Social.
Esto último, mientras continúa gestionando; otorgando
derechos; y sosteniendo una recuperación de la actividad económica, en momentos
en que los dos principales socios comerciales del país atraviesan momentos
complicados – China ha reducido notablemente su nivel de crecimiento mientras
Brasil continúa profundizando su recesión a la cual contribuyen tanto la crisis
política producto del caso Petrobras, como el abandono de las políticas
expansivas con un consecuente giro neoliberal del gobierno de Dilma Rousseff-.
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