Celebrar el segundo puesto.

Paso el mundial, Cristina recibió a jugadores y cuerpo técnico en el predio de Ezeiza tras el extraño – porque el cuadro que le había tocado en suerte a la selección daba lugar pero su juego no tanto- segundo puesto, y la verdad, no tengo muchas ganas de escribir aunque tengo unas cuantas cosas para reflexionar que elijo guardarme en este momento.

Eximiéndome de mayores análisis futbolísticos pero saludando que en este mundial cómo en el anterior, terminó dándose la lógica tantas veces esquiva en el fútbol y se consagraron equipos que juegan teniendo la pelota y atacando; entiéndase bien, si me permito rescatar el fenómeno del enorme festejo del pueblo argentino a lo largo y ancho del país por alcanzar el segundo puesto.

Casi como derribando años de exitismo instalados en la sociedad y dando cuenta de la ausencia de miedos a la hora de participar en fiestas multitudinarias, los argentinos confirmaron ayer lo que se había visto el miércoles a la noche, pero con el plus de la participación masiva aún en la derrota.

Se celebró en las calles de todo el país a pesar de la derrota deportiva, y entiendo, eso ayuda no sólo a valorar hasta donde se llegó aún sin ser campeones, sino también a desdramatizar lo que implica perder en el fútbol, con toda la carga que este tiene.

No me olvido de los incidentes que empañaron los festejos y que me generan enormes dudas sobre sus causas; sobre su trasfondo, pero no voy a caer en lo que sería tapar a las millones de personas que celebraron anoche la posibilidad de ver a la selección disputar una final del mundo.

Esto es, sin dudas, algo a destacar y a fomentar a nivel cultural.