Algunos lo dan por hecho y otros lo dan al caer, el punto es
que la multinacional Fintech, socio minoritario de Cablevisión, estaría por
quedarse con Telecom Argentina y ello produciría una incompatibilidad respecto
de su participación en servicios de comunicación audiovisual.
Desde luego, el titular de la Autoridad Federal
de Servicios de Comunicación Audiovisual, Martín Sabbatella, ya manifestó en declaraciones, hoy, que “Fintech
hará lo que el Estado considera que tenga que hacer para que no haya
incompatibilidades”, y especificó que “lo que hicieron (Fintech) fue una
propuesta de compra sujeta a la aprobación del Estado Nacional que es el que
tiene que autorizarla. Paralelamente, David Martínez vino a ratificar el plan
de adecuación que hizo el 5 de diciembre y que Clarín tomó en su conjunto”.
Dicho esto, cabe destacar que la posible venta de Telecom
Argentina, no cambiaría en nada el mayor flagelo que tienen, tanto el mercado
de las telecomunicaciones en particular, como el resto del mercado en nuestro
país: La carterización.
Al igual que con la telefonía fija, distintas ramas del
mercado, las más influyentes en la economía, están carterizadas y su
consecuencia inmediata es lógica: Tarifas altas para servicios de mala calidad.
Ocurre con las compañías de celulares como el ejemplo más
notorio, pero también ocurre con los supermercados, eslabón clave y
determinante a la hora de la suba de precios en los productos.
Podríamos pensar una por una, las ramas de la economía, e
iremos encontrando que pese a la vigencia de una ley antimonopólica o por la
propia laxedad de la misma, en cada caso existen dos o tres – cuando no es una
sola- empresas que concentran más del 80% del mercado y operan acordando
precios.
La competencia en los supuestos términos liberales del
mercado que se autorregula no existe - nunca existió, mal que les pese a los
charlatantes de la derecha argentina-, y por el contrario nos encontramos con
oligopolios que forman precios y venden productos y servicios, en muchos casos, lamentables.
Es la herencia del neoliberalismo, desde la apertura económica
de Martínez de Hoz, que inició la destrucción de nuestra industria, hasta la
reforma del Estado menemista, que significo su vaciamiento en cuanto a
herramientas para intervenir mientras la economía se concentraba cada vez más.
Con ello convivimos y lo sufrimos a diario, los argentinos, y contra
ello, el Gobierno deberá avanzar con políticas variadas que permitan al Estado
seguir recuperando su rol como ordenador.
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