Tras el arribo de la fragata Libertad y los festejos, el
coro de los caranchos de adentro, cómo bien los denominó ayer la Presidenta Cristina
Fernández de Kirchner, no se hizo esperar.
Desde ayer a la noche, opositores de todos los colores y lugares,
han salido a decir barbaridades; a esparcir su veneno con la ayuda del aparato mediático
que los publicita.
Han despotricado contra el acto y el discurso de Cristina con
agresiones personales de bajísima estofa tal cual es su tosca costumbre, y como
no podía ser de otra forma, también han demonizando a la militancia que se
organizó para viajar y estar presente en el regreso del buque- escuela.
Hemos escuchado descalificaciones insultantes que directamente
niegan cualquier debate político, acompañadas con el clásico discurso
neoliberal que pretende poner a la militancia en ese lugar oscuro y sucio,
separada de lo que ellos denominan como “la gente”, en este caso, los
veraneantes.
Los mismos que utilizan palabritas vacías de moda como dialogo
y consenso, han mostrado la hilacha del odio una vez más, y continúan pretendiendo
imponer esa idea de la política como algo existente únicamente para perjudicar
a cierto sector social al que ellos le hablan y resulta bastante permeable a
las falacias publicitadas por los multimedios opositores: La clase media.
En estas últimas horas se los ha visto despotricar poniendo
en evidencia que preferían que la fragata Libertad nunca regresara, así podían
pegarle al Gobierno Nacional y Popular.
Esa actitud cipaya que refrendan ahora, pero que ya han
mostrado en otras oportunidades, inclusive cuando inició el secuestro de la
fragata.
En esos momentos salieron a comunicar que su fantástica idea
era la de crear un “bono patriótico” para pagarle a los fondos buitres y
liberar la fragata, o sea arrodillarse y sucumbir ante las ilegítimas
exigencias externas.
La misma actitud cipaya encontramos hoy en Hermes Binner,
quien tras todo lo ocurrido salió a elogiar al gobierno de Ghana por no
intervenir en el conflicto, como si ante el ataque de estas mafias creadas por
el neoliberalismo, la postura de no intervención de un gobierno fuera algo
neutral y no beneficiara a una de las partes, y lo que es peor, no perjudicara toda
un armado político y jurídico internacional que hace viable a los países
ahogados por deudas externas con intereses leoninos.
Todo vale para los caranchos de adentro, con tal de intentar
esmerilar a la Presidenta
y al Proyecto Nacional y Popular.
Todo vale porque en definitiva, cuando ellos salen a jugar a favor de
cualquier interés particular, sea interno o externo, no hacen más que responder
al mandato de las corporaciones a las cuales responden.
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