lunes, 3 de septiembre de 2012

Sí, al voto a los 16 años.



Esta semana inicia en la Cámara de Senadores, el debate sobre el proyecto elaborado por Aníbal Fernández y Elena Corregido, que prevé otorgar la posibilidad de votar a los jóvenes de entre 16 y 18 años.
La iniciativa constituye una ampliación de derechos para un segmento que ha venido desarrollando su interés y su participación política.
Da cuenta de una demanda que aunque invisibilizada por los opositores de turno, continúa creciendo con una militancia juvenil comprometida con el país, y lejos de los planteos que intentan demonizarla o ponerla en el plano de lo irracional, cuenta con experiencias en varios países, y con varios países de la región que están estudiando opciones similares.
Es claro que ha ciertos sectores, los corporativos; los que ostentan el poder en el marco de la democracia liberal, no les conviene que los jóvenes se involucren en la vida del país, pues ello los acerca a la reflexión sobre la realidad social y al sujeto colectivo, y los aleja del pensamiento individualista y consumista; los aleja de los valores deshumanizadores que los convierten en un sector pasivo y conveniente al sostenimiento del statu quo.
Por ello, ponen el grito en el cielo ante una realidad en la que la juventud es cada día más protagonista, y consecuentemente, juegan sus cartas utilizando todos sus medios difamadores para demonizarla e intentar censurar cualquier canal de participación.
La posibilidad del voto a los 16, no escapa a esa necesidad de coartar derechos por parte de quienes se erigen como guardianes de la democracia, cuando justamente, ampliar la participación, es ampliar la democracia.
En todo caso, el proyecto también viene a reparar una injusticia entorno a la consideración de los jóvenes de entre 16 y 18 años como sujetos imputables y capaces de se punibles tras la mayoría de edad según el código penal, pero negados de su derecho a participar.
El Estado es terriblemente injusto en este sentido, porque amplia obligaciones pero cercena derechos.
Inclusive observando esta misma injusticia, es que se puede dar por tierra con los charlatanes que vienen a hablarnos sobre una supuesta inmadurez para sufragar que no lo sería para ser imputado igual que un mayor de edad por cualquier delito.
En la ampliación de derechos y la suma de participaciones, es en donde encontramos el crecimiento democrático, y esa es la clave para comprender la importancia de este proyecto.

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