En el día de la fecha y en el diario Tiempo Argentino, fue
publicado un editorial de la titular del Instituto Nacional de Estadística y
Censos, Ana María Edwin, que responde a la monumental campaña de desprestigio a
base de mentiras, perpetrada desde hace tiempo por multimedios opositores, y a
la cual se sumara en los días pasados el jefe de gabinete del cordobesismo,
Oscar González.
Edwin da por tierra con las declaraciones infundamentadas de
González quién dijera: “Lorenzino mostró gráficos que indudablemente se los
hicieron los mismos malabaristas que hacen los del INDEC, que dicen que con
seis pesos en la Argentina
se come muy bien, y que la inflación es del 0,1 por ciento”, al tiempo que
explica la falsedad publicada y publicitada por cada uno de los sectores
opositores.
“González ignora o miente, plegándose a la campaña de
desprestigio contra el Instituto Nacional de Estadística y Censos llevada
adelante por medios hegemónicos y dirigentes opositores que siguen sus
libretos”, señala la titular del organismo como preámbulo a detallar: “Creo
conveniente explicarle cuándo y cómo se construyó la canasta que llamamos
Canasta Básica Alimentaria. En 1993, con Cavallo como ministro de Economía, se
determinó la metodología oficial de medición de la pobreza por insuficiencia de
ingresos, la que continúa vigente en razón de la necesidad de contar con series
históricas que den cuenta de las variaciones del fenómeno bajo estudio. En ese
año se determinó que el valor de la Canasta Básica Alimentaria no fuera calculado en
función de los precios medios de los productos de la canasta teórica definida,
sino que la variación del valor de las canastas se obtuviera de la variación de
precios surgidas del Índice de Precios al Consumidor, aplicada a la canasta de
octubre de 1985. Esta canasta mensual estaba estimada en 16,52 australes por
adulto equivalente, aproximadamente 17 dólares, o sea 56 centavos de dólar por
día. (...) Consecuentemente, el costo de la canasta es un valor teórico que a
través de la aplicación de fórmulas estadísticas divide la indigencia de la
pobreza y está muy lejos de representar el consumo de los sectores medios de la
población”.
Seguido a ello y en relación a los dichos de González, la Directora del INDEC
agrega: “Otra demostración cabal de su incompetencia (la del jefe de gabinete
cordobés) es el revoleo de cifras que de modo absolutamente irresponsable lo
lleva a mencionar una inflación de 0,1 por ciento. Este dato me lleva a
aclararle que el INDEC no mide inflación sino variaciones de precios al consumidor
en el aglomerado Gran Buenos Aires, y que en los últimos cinco años la
variación mensual informada por el Instituto siempre fue mayor que el 0,1 por
ciento”.
Es claro que González como tantos otros agentes de la brutal
campaña de desprestigio que viene sufriendo el INDEC desde hace años, vierten
sistemáticas falsedades que contribuyen a generar una opinión publicada que
demoniza al organismo.
Desde análisis recortados a gusto de su interés por golpear
al Gobierno Nacional y Popular, hasta preceptos mentirosos instalados como
verdades reveladas, son utilizados a diario a fin de naturalizar la falta de
credibilidad sobre las estadísticas oficiales, y así mellar, el complejo
trabajo que se ha venido desarrollando en el organismo.
Resulta fundamental continuar poniendo blanco sobre negro y explicar,
como bien lo hace Ana María Edwin en este editorial, como se realizan las
estadísticas en pos de desarticular el entramado falaz instalado desde los
multimedios opositores y afines.
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