Hoy se cumplen seis años de la segunda desaparición del
Compañero Jorge Julio López, albañil jubilado y testigo clave en la causa por
la que fue condenado entre otros, el genocida Miguel Etchecolatz a prisión
perpetua.
López había sido detenido- desaparecido durante la última dictadura cívico- militar
desde octubre de 1976 hasta junio de 1979 en la Comisaría Quinta
de La Plata,
parte del denominado Circuito Camps, y pudo reconocer a sus torturadores en
cautiverio, cuando presto testimonio días antes de su segunda desaparición, en
plena democracia, el 18 de septiembre de 2006.
No hay dudas sobre
la relación directa entre su testimonio y su posterior segunda desaparición, así
como tampoco hay dudas sobre cómo, a pesar de haber transcurrido tres décadas,
aún permanecen activos resabios de la dictadura capaces de actuar con total
impunidad.
Y digo con total
impunidad, porque la parálisis real que padece hoy la causa por la que se investiga
el paradero del Compañero, no puede deslindarse de la inacción y las pistas
falsas plantadas.
Tanto el Poder
Judicial y su unidad especial creada para la investigación, así como la policía
bonaerense, han dejado bastante que desear en sus accionares, y párrafo aparte
merece esta última, sospechada en algunos de sus sectores, de encubrir lo
ocurrido.
Son seis años sin
Jorge Julio López y el pedido de aparición con vida y castigo a los culpables
no debe ni va a cesar, pues es responsabilidad del Estado y en especial del
Poder Judicial encontrarlo y esclarecer que ocurrió para terminar con todos los
resabios de la dictadura genocida que aún se mueven en nuestra sociedad.
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