Tras 12 años de un gobierno abiertamente neoliberal; servil a los intereses de los Estados Unidos, como lo fuera en sus dos presidencias - la de Vicente Fox y la de Felipe Calderón- el Partido Acción Nacional (PAN), México fue a las urnas ayer y se manifestó por un cambio que se traduce en el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la conducción del Estado, de la mano de Enrique Peña Nieto y en alianza con el Partido Verde Ecologista.
Según el conteo rápido que realiza el Instituto Federal Electoral (IFE), con el 92,12% de las mesas escrutadas, Peña Nieto gana la elección con el 37,88% de los votos, seguido por Andrés Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática con un 31,86% en segundo lugar y la oficialista Josefina Vázquez Mota con un 25,46% en tercero.
Dicho esto, lo primero que se observa es que la victoria del PRI, lejos de ser contundente, está resultando bastante más ajustada de lo que auguraban los sondeos previos y por ende ciertamente deslucida.
Es claro, que la fuerte división del voto en tres espacios, esta dando cuenta de un escenario electoral que tiende a consolidarse y a enterrar definitivamente aquel del partido dominante en el cual el PRI, era la única fuerza capaz de ganar una elección nacional en México.
Ahora bien, el PRI vuelve al gobierno con más de un interrogante a develar sobre que política llevará adelante, pues es sabido que Peña Nieto, no ha sostenido enfrentamientos con las corporaciones que hoy en día dominan la paupérrima economía mexicana.
Sin embargo, también se conoce que en su gestión como gobernador del Estado de México, cumplió con importantes promesas que había realizado en campaña como ser las obras de infraestructura carretera; el tren subterráneo, transporte público clave para la movilidad en el Distrito Federal; y la construcción de 196 hospitales y centros médicos.
Veremos, si en su llegada a la jefatura de Estado mexicana, Peña Nieto también es consecuente con la campaña que realizó, cuyo eje central, fue la necesidad de volver a políticas de desarrollo de la industria y el mercado interno que apuntalen el trabajo, algo que lo llevaría inexorablemente a tocar intereses concentrados.
Veremos también, que política lleva adelante respecto del narcotráfico, problemática a partir de la cual, México viene casi definiendo su forma de relacionarse con Estados Unidos y el conjunto de las naciones.
Veremos entonces si el PRI con Enrique Peña Nieto, regresa al gobierno alzando las banderas históricas de Lázaro Cárdenas, o dejándolas bien guardadas bajo llave.
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