Tras el dictamen emitido el viernes por el Ministerio de
Trabajo, en el que se hizo lugar a la solicitud de los opositores en la CGT y se dejo constancia de
las irregularidades que invalidan el Comité Confederal que había efectuado el
moyanismo, la fractura sindical es ahora un hecho consolidado a partir de las
reacciones de ambos espacios.
Mientras moyanismo respondió ratificando el encuentro a
desarrollarse mañana en el estadio de Ferrocarril Oeste, el espacio opositor se
reunió ayer y convocó al Confederal con fecha 23 de agosto, para formalizar la
renovación de autoridades a realizarse el 03 de octubre.
Son 25 de los 35 miembros del Consejo Directivo de la
central, los que argumenta tener el espacio liderado por Antonio Caló (UOM), y a
partir de los cuales, impone una mayoría que le permite realizar ambas
convocatorias.
Desde luego, el espacio moyanista ha definido desconocer
esos números y avanzar en la ruptura, aún cuando hacia adentro, se multiplican
las dudas y los distanciamientos ligados en parte, al fracaso rotundo que
significaron el paro nacional de la
CGT y la convocatoria a Plaza de Mayo del 27 de junio.
A las palabras cada vez más distantes de Juan Carlos Schmidt
(Dragado y Balizamiento) y el alejamiento de Héctor Recalde, se sumó ahora el
descontento de Jorge Lobais (Asociación Obrera Textil), quien puso en duda su
participación mañana tras señalar que en el gremio que conduce recibieron “una
cédula del Ministerio de Trabajo en la que me manifestaban que miembros de la CGT actual habían hecho una presentación,
queriéndome sacar cerca de tres mil trabajadores”.
Si bien lo de Lobais responde a una disputa intergremial, no
puede desconocerse un contexto en el cual la conducción de la CGT ya no es impermeable a
reclamos internos.
Más allá de esto, lo que queda claro es que Moyano va mañana a legitimarse
con muchas más debilidades que fortalezas, mientras el espacio liderado por Caló
parece consolidarse en este nuevo escenario de fractura.
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