Y saltó.

Corrían los primeros días de enero de 2012, los siguientes al asesinato de Carlos Ernesto Soria, flamante gobernador de Río Negro, y su vice, Alberto Weretilneck, hombre del Frente Grande, quién se encontraba con la responsabilidad de asumir el Ejecutivo provincial, explicaba que iba a trabajar a partir de entender que el suyo, era un gobierno del peronismo. 
No pasaron tres años siquiera, para ver como a las palabras del gobernador se las llevó el viento, en lo que terminó siendo un anunciado pase.
Es que en este caso, los rumores se cristalizaron en el salto de Weretilneck del Frente para la Victoria al Frente Renovador; algo que tiene sus razones en las aspiraciones de este por continuar gobernando la provincia en 2015, y su evidente incapacidad por lograr los acuerdos con el peronismo que le puedan permitir eventualmente, encabezar la lista. 
El gobernador analiza que el salto es la única opción que le garantiza encabezar una lista provincial el año próximo y obra en consecuencia.
Desde luego, este tipo de jugadas no son gratuitas.
Al margen de los supuestos dos diputados nacionales que saltarían con él; algo a confirmar, lo cierto es que el gobernador no goza de la fortaleza propia de quien se sabe referente de un espacio político.
No ostenta una legitimidad consolidada, simplemente, por el hecho de saber que como alguna vez bien lo dijo, el suyo era un gobierno peronista; lo que el pueblo rionegrino votó en 2013. 
En el horizonte político de la provincia entonces, se avizora una crisis de consecuencias aún difíciles de predecir.