Poco más de cuatro meses habían transcurrido del 17 de octubre de 1945, día en que el subsuelo de la Patria se hizo presente con determinación y valor en la escena política del país para rescatar a su líder; aquel que había dado respuestas a las demandas históricas de los trabajadores; aquel que los había llamado a ser protagonistas de la historia, cuando, por medio de las urnas, el Pueblo consagró de manera categórica el triunfo de la formula Perón- Quijano sobre el binomio Tamborini- Mosca que patrocinaba el embajador yanqui Spruille Braden.
Ese triunfo vino a ratificar que la irrupción en la arena política del movimiento trabajador y peronista era definitiva, así como dio inicio a un proceso económico; político; y social que cambiaría para siempre a la sociedad argentina.
Ese triunfo afianzó aquel despertar de la conciencia de los desposeídos; de los pobres; de todo aquel que había sufrido durante años la sumisión indigna de la cual se valía la oligarquía para su vida parasitaria.
Ese triunfo consolidó una hermandad inquebrantable entre Perón y nuestro pueblo, una sociedad política en pos de una Patria justa, libre y soberana.
Compañero Ikal Samoa
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