miércoles, 30 de marzo de 2011

Hundiéndose en sus incapacidades.

Como los números no le cierran por ningún lado a todo el radicalismo, el precandidato del establishment Ernesto Sanz ha decidido retirarse de una pre- interna radical que venía con una carencia de legitimidad gigantesca.
Anunciando en el día de ayer que declina su candidatura para el 30 de abril, previa argumentación que incluyó acusaciones sobre favoritismos y maniobras fraudulentas a perpetrarse para que gane Ricardo Alfonsín, el senador que ha sabido defender con prepotencia los intereses del poder económico, ha mancado al alicaído partido centenario que se hunde en sus propias incapacidades a diario.
Seguramente Sanz, quién hasta hace unas semanas defendía con vehemencia la postura sobre la necesidad de definir pronto un candidato radical unificado, ha decidido cambiar ese precepto para no pasar lo que iba a ser una jornada vergonzosa no por la cantidad de votos que podía obtener, sino por la magrísima participación a nivel nacional en el sufragio.
Ante este escenario inevitable fue que decidió romper con los compromisos asumidos e ir a la primaria abierta del 14 de agosto frente a la ¿indignación? de varios jerarcas del partido; entre ellos el titular Ángel Rozas, quien no dudo en afirmar “Sanz ha faltado a su palabra” para luego sentenciar sobre su oportunista accionar “puede ser beneficiosa para él, pero no para el conjunto del partido”.
Ante lo sucedido, es inevitable reflexionar sobre la diferencia abismal existente entre este radicalismo payasesco; panqueque; y fiel defensor de las corporaciones, y aquel que con errores, pero nunca dejando de lado la palabra; las convicciones; y el accionar en pos de generar mejores condiciones de vida para el conjunto de la sociedad, supo forjar Hipólito Yrigoyen.


Compañero Ikal Samoa

2 comentarios:

Daniel dijo...

Ese partido no tiene retorno. El más presentable es Alfonsín, pero haberse sentado sonriente entre Magnetto y Mitre ya lo terminó de mandar al foso.

Unknown dijo...

Si se levantan Yrigoyen, Jauretch y Scalabrini Ortiz, se los fuman a todos en pipa.
Mi viejo era radical, lo chuparon en el 70 por ser gremialista del Banco Galicia. Lloró como un pibe cuando eligieron a Alfonsín, y lo recontraputeó cuando dobló las rodillas con los milicos.
Estos mierdas son parte de la corriente alvearista que sostiene que gobernar es entregar, según lo que les dijeron sus correligionarios de Forja.
Ya no quedan radicales porque el radicalismo era otra cosa.
Cordialmente,
Yo.

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