martes, 11 de agosto de 2015

Algunas consideraciones sobre las PASO en Buenos Aires.



La madre de todas las batallas, como se suele denominar a la contienda electoral en la Provincia de Buenos Aires, ha dejado mucha tela para cortar en lo que fueron las PASO del pasado domingo.
Es que allí, donde se juega el voto de casi el 40% del padrón electoral, es donde se dieron resultados que permiten explicar desde los números nacionales, hasta lo que al día de hoy también aparece como una contienda abierta en lo que a la disputa por el sillón de Dardo Rocha refiere.
Hace no mucho tiempo, con algunos compañeros discutíamos y coincidíamos sobre la hipótesis de una sociedad bonaerense que aunque disímil, pedía una renovación en el peronismo bonaerense, y que la interna para la gobernación provincial del Frente para la Victoria había, por los candidatos, clausurado esa oportunidad.
Es que la disputa entre el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y el Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez; baños de humildad mediantes, configuró un escenario donde referentes emergentes del peronismo como el titular de ANSES, Diego Bossio, o el Intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, quedaron excluidos siendo ambos, los candidatos que en aquel momento más median según la encuestología.
Pese a esto último, la jugada de subirse el precio otrora, por parte de los primeros, terminó siendo determinante a la hora de achicar una interna que de por sí era difícil de comprender tras la definición de unificación en cuanto a la candidatura presidencial.
Probablemente, la clausura de la oportunidad de renovación explique un poco un resultado que, si bien dejó en la categoría Gobernador al FpV como primera fuerza con el 40,34% de los votos, lejos estuvo del 56% obtenido por Daniel Scioli en la elección de 2011.
En efecto, fue un resultado con sabor a poco por el porcentaje total del FpV, pero también porque la interna misma permitió la notable elección que hizo la actual vicejefa de Gobierno de la CABA, María Eugenia Vidal, que como candidata única a la gobernación por el frente Cambiemos, obtuvo el 29,43% - si bien es verdad que no suele haber corte de boleta en la PBA, eso no quita méritos a quién quedo posicionada como la candidata más votada-.
Máxime, si consideramos lo relevante que fue la competencia en varias intendencias donde quedó expuesto que la renovación era una demanda – los casos de Merlo y Moreno con las históricas derrotas de Otacehe y West dan testimonio-.
Desde luego, no puede obviarse que allí también jugó la escisión renovadora que con el ex gobernador Felipe Solá como candidato, supo cosechar 19,55% de los sufragios.
En definitiva, son, tanto la interna en si con lo contradictorio que fue respecto de la estrategia nacional; como la presencia de dos candidatos ajenos a una renovación que aparecía como demanda y como oportunidad; y como lo que aun ahora sigue significando la escisión renovadora, aspectos a considerar a la hora de entender el número al que llegó el FpV, que por otra parte, tiene relación directa con el 38,41% obtenido por Daniel Scioli a nivel nacional - La PBA es por cantidad de votantes, la jurisdicción que te puede garantizar el triunfo nacional-.
Será en Buenos Aires, no como distrito único pero sí como clave, donde el FpV deberá mejorar sus números en la categoría Gobernador - Aníbal deberá primero que nada, lograr contener a todo el caudal de votantes de la fórmula perdedora en la interna-, como mecanismo accesorio de "tracción hacia arriba" - entiéndase de local a lo nacional- que le permita, no sólo retener el Ejecutivo provincial, sino también apuntalar la elección nacional.

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