Los cortes de luz en parte de la CABA y algunos lugares del
conurbano bonaerense, han puesto de manifiesto algo que se preveía, pero para
lo cual no hubo reacción: El sistema eléctrico del AMBA no soporta periodos
prolongados con temperaturas superiores a los 32°.
Si bien el fenómeno no es exclusivo del Área Metropolitana
porque vienen registrándose apagones en otras ciudades medianas del país, e
inclusive tampoco es propio de nuestro país – en lo que va del año Brasil tuvo
tres apagones totales y Estados Unidos uno, que duro 17 horas-, es la
visualización que da el hecho ocurrido en estos días aquí, lo que lleva a
reflexionar sobre sus causas.
Dejando de lado la polémica comunicacional sobre la falacia
de la “crisis energética”, aprovechada por quienes siempre están esperando que
las diez plagas de Egipto caigan en Argentina, lo cierto es que los cortes han
coincidido con dos récords históricos de consumo eléctrico – el del lunes lo
fue hasta que ayer se superó-, y que ello inevitablemente tiene sus razones en
el crecimiento de la producción que hace a que más empresas se hayan
desarrollado en los últimos diez años, y a que el consumo de hogares haya
aumentado.
En ambos casos, aún cuando no es comparable el consumo de
empresas y hogares, la resultante es igual, hacen a un récord histórico que a
su vez, derriba el mito de la supuesta limitación energética del país.
Dicho esto, el problema no radica entonces en la generación
de energía, potestad que viene ejerciendo con tino el Estado Nacional – Las
puestas en funcionamiento de Yacyretá y Atucha II son muestra de ello-, ni
tampoco en la conectividad – el kirchnerismo nos legará la conformación en la
práctica del sistema eléctrico nacional con una red que llega a todo el país-,
sino en la distribución.
Los cortes, en la
CABA y el GBA pero también en algunas zonas del interior, son
producto de problemas de distribución porque la red existente no soporta el
consumo requerido ante las altas temperaturas.
En criollo, el cableado y los transformadores no soportan la
carga y colapsan porque su capacidad de conducción de energía es limitada.
Las causas son conocidas, las empresas privadas encargadas
de garantizar la distribución de la electricidad desde la reforma del Estado,
nunca invirtieron un peso en modernizar la red.
A pesar de ganar fortunas con la convertibilidad en los ´90,
y aún cuando continúan obteniendo ganancias porque debe aclararse que el
subsidio del Estado Nacional en el AMBA es al consumo – entiéndase el Estado le
paga a cada consumidor parte de su factura-, no han realizado las inversiones
necesarias para que la red eléctrica soporte el volumen de energía requerido en
días como el de ayer.
Si a ello le agregamos el abuso de energía que realizan
sectores medios y altos de la sociedad que en parte tiene relación con su bajo
costo del servicio de los subsidios, es inevitable que empiecen a colapsar
distintos sectores de la red.
Dicho esto, el Gobierno Nacional debe tomar nota y accionar, en pos que las empresas den respuesta haciendo la renovación necesaria en lo que a distribución refiere, y también, para que asuman los costos legales por faltas que bien pueden cuadrar dentro de la figura de incumplimiento de contrato.